domingo, 9 de mayo de 2010

¿Qué fue de Baby Jane? (1962) - Duelo de Titanas

Esti Zumake. Valoración 8/10

Perturbador drama psicológico dirigido y producido por Robert Aldrich que supuso un duelo interpretativo de dos astros de Hollywood, Bette Davis en el papel de Baby Jane Hudson y Joan Crawford en el papel de Blanche Hudson.

Baby Jane es una niña preciosa, que además canta como los ángeles y llena teatros con su canción "I've Written A Letter To Daddy". Su popularidad es tan grande que incluso se fabrican muñecas con su cara a escala real; por eso Baby Jane es la "niña de Papa".
Oculta entre bambalinas su hermana Blanche muerde la envidia que le corroe y crece a la sombra de una hermana a la que todo el mundo adora.

Con los años los papeles se invierten. Baby Jane se ha convertido en una actriz fracasada y sin talento de quien nadie se acuerda y que solo consigue trabajos gracias a la exitosa carrera como actriz en Hollywood de su hermana Blanche . Pero un trágico accidente cambiará sus destinos de una forma fatal.

La película despega veinte años después. Tras el accidente, Blanche queda confinada a una silla de ruedas. Instalada en el piso de arriba, la escalera será para ella el abismo que la exilia del mundo real y le deja al dominio de Baby Jane, que se ha vuelto un ser esperpéntico, cruel, sádico y vengativo. Será a través de otros personajes como conoceremos los ocultos secretos de una relación de amor y odio que llega a alcanzar límites insospechados.

Lo principal a destacar en esta película es la soberbia actuación de las dos actrices que tal vez, en parte, se deba al odio mutuo que por lo visto se dispensaban ambas en la vida real.


En primer lugar Bette Davis está grandiosa debido, entre otras cosas, a su insólita caracterización; viste una copia del vestido que llevaba siendo la niña prodigio de diez años, con una peluca de tirabuzones rubios oxigenados y maquillada como un adefesio. Abandonada a su locura ha asumido enteramente su papel de monstrua y se comporta como tal. Arrastra su cuerpo con desgana, casi siempre con una botella en la mano, por una casa en la que se ha apoderado del control y no disimula su mirada de desprecio ante la llamada de su hermana.

Ed Sikov cuenta en la biografía "Bette Davis, amarga victoria" que la actriz comprendió perfectamente su papel en el momento en el que vió el vestuario, de hecho, insistió en maquillarse ella misma. Aplicaba nuevas capas de maquillaje sobre el que llevaba consiguiendo un efecto espeluznante en su ya de por sí expresiva cara. El tercer día de rodaje Aldrich le pidió que suavizara aquel maquillaje, a lo que Davis respondió que si se lo cambiaba tendría que buscarse otra actriz. Aldrich accedió, aunque por lo visto la actriz no estaba preparada para verse así en la gran pantalla. Cuando vieron por primera vez la película el director escuchó unos sollozos desesperados de Bette y le preguntó que le pasaba, a lo que ella le respondió: "Estoy espantosa ¿de verdad soy así?


Por el contrario Joan Crawford es la imagen misma de la sobriedad y afronta su enfermedad con elegancia. Vestida de negro, con el pelo recogido, el rostro sin maquillar y resaltado con unas cejas grotescas que eliminan cualquier vestigio de la actriz sex-symbol y glamurosa que la lanzó al estrellato, encarna a la hermana sensible, compasiva y protectora que vela por su hermana desequilibrada.

Ed Sikov afirma en su libro que la pobre Joan estuvo sometida a continuas torturas por parte de Bette. Un día estaba tranquilamente tejiendo en un descanso cuando llegó Bette y empezó a tachar pasajes enteros del guión. Joan le preguntó de quién eran los diálogos que tachaba, a lo que Bette respondió, "Tuyos". Bette confesó más tarde que realmente no eran sus diálogos y que solo lo había hecho para molestarla. Joan, en vez de alejarse, intentó continuamente un acercamiento y en un gesto de cortesía empezó a enviar a Bette una rosa cada día. Cuando está se enteró quién era el remitente respondió: "Si vas a enviarme rosas, enviame una docena o más, por Dios".

Esta es la atmósfera que se respiraba en el rodaje de esta joya de la cinematografía que supuso un Duelo de Titanas y la décima nominación al Oscar de Bette Davis. En la memoría quedarán para siempre dos momentos inolvidables: Bette Davis, vieja y fea, cantando "he escrito una carta para Papá" y la secuencia final de las dos actrices en la playa.

Esti Zumake

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